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Lo que nadie te dice del postparto

Primero que nada, espero no ser la única que piensa así, pues si lo fuera, significaría que soy muy complicada y mal agradecida, aunque me imagino que todas vivimos historias diferentes, pero de cierto modo parecidas. 

Lo único que puedo decir sobre el postparto es: dale tiempo al tiempo. Cada día es un avance y cada día estás más cerca de estar un poco mejor. Quiero aclarar que yo no tuve depresión post -parto. Esa es otra historia y otro tema mucho más complicado de lo que yo voy a platicar -y en esos casos el tiempo no es la solución sino el saber pedir ayuda-. 

Por cierto, Si alguien algún día quiere hablar de su experiencia en cuanto a la depresión post parto, le abrimos este espacio para que escriba. 

Bueno, a lo que iba: después de un parto vaginal te dicen mucho que “en pocos días estarás como nueva”. Y si, supongo que es muy diferente la recuperación con cesárea, pero así que tu digas como nueva, nueva, no. Ni física, ni psicológica, ni hormonalmente. 

En mi segundo parto me fueron pasando varias cosas que me hacían pensar “bueno, que de todo esto ¿no podía tocarle algo al papá? ¿mínimo una hemorroide? Porque era lo que se me ocurría que podía tocarle (¡ja!) ya que todo lo demás -el desvelo por la lactancia, la mastitis, los ultrasonidos para ver como va esa mastitis, la revisión del ginecólog@ para que te den de alta cuando lo que menos quieres es volver a abrir las piernas, el cambio de dieta, la lactancia, etc. – no lo puede vivir él en su condición de hombre. 

Para cada mujer la recuperación es muy diferente, depende de la edad, de su experiencia de parto, la red de apoyo que tiene, la cantidad de hijos, si fue un embarazo fácil o hubo temas complicados y mil cosas más, pero vamos a intentar mencionar cosas que puedes esperar en el post parto por si te sirve de preparación para que no te tome desprevenida. 

LAS PRIMERAS SEMANAS
Los entuertos. Los famosos entuertos que al parecer son peores con el segundo hijo. Yo no tuve entuertos con mi primer hijo, pero sí que tuve con la segunda. A mí me dieron en la madrugada cuando por fin intentaba dormir y descansar un poco y me retorcía en la cama del hospital. Hay a quienes les dan mientras amamantan ya que el útero se contrae y hay a quienes les duran varios días. 

Dolor en la episiotomía. Dolor y miedo de hacer un movimiento en falso que haga que no cicatrices bien. La verdad, era más el miedo que yo tenía de lo que realmente podía pasar. El pendiente de cuidar la higiene y el miedo de que algo pueda pasar definitivamente disminuyó en el segundo post parto.  

Dolor muscular o de piso pélvico. Yo no tuve este problema después de mi primer embarazo, pero en mi segundo si y hasta terapia necesité. A veces, cuando no eres doctor y no sabes qué está pasando te asustan dolores que son nuevos si comparas embarazos, así que sentí un poco de alivio cuando me dijeron que era algo no tan normal pero no era algo de qué preocuparme, pero si ocuparme. 

Lactancia. Nos dicen, la lactancia no debe doler y yo decía, bueno ¿lo estaré haciendo mal? Revisé, agarre y vi que lo estaba haciendo bien, pero de todos modos dolía al principio, y eso que no tuve grietas con mi segundo bebé de tanto que me informé y gracias a una asesoría de lactancia. 

Pero si duele al principio, respiras y te animas porque tu bebé tiene que comer y después deja de doler, pero en eso tu bebé se suelta y otra vez a empezar. Y no solo debemos de hablar del agarre, también hablemos de la bajada de leche, del engrosamiento y del ardor de los ojos por tratar de mantenerte despierta en la madrugada. 

Pies hinchados. Cuando piensas que se te hincharon los pies lo suficiente en el ultimo mes del embarazo te equivocas. Yo usé medias de compresión 3 días más después de salir del hospital porque con mi primer bebe se me hincharon mucho los pies. 

Cambios hormonales. Aparte de que afectan tu manera de estar, sentir y pensar, puedes levantarte en la noche completamente empapada en sudor. Creo que esto yo lo viví más en el segundo post- parto o lo olvidé del primero. Las hormonas están cañonas, pueden hacernos sentir muchas cosas en poco tiempo y son las que a veces nos hacen sentir abrumadas. 

Alguien me dijo que estos sentimientos desaparecían al día 10 como magia. En mi primer post parto fue magia y al día 10 sentí cañón la diferencia. En el segundo creo que tardé poquito más, pero estaba más tranquila porque sabía que en algún punto desaparecerían. *Si crees que estos sentimientos te duran más de lo normal y no te sientes bien ¡pide ayuda y platícaselo a tu doctor, a tu pareja o a alguien de tu red de apoyo!

Cansancio. Yo soy (o era) de buen dormir y les puedo decir que esto es de lo que más me cuesta. Me costó más con mi primer bebé porque no veía una salida. Con mi segundo bebé ya sabía que esas noches largas de varios despertares en algún punto acababan así que lo viví muy diferente, aunque es agotador. Lo raro es que, aunque estás agotada, también estás feliz y también quieres disfrutar cada momento de tu bebe y de tus otros hijos. 


TERCERA Y CUARTA SEMANA


Los trámites. En mi caso, mi trámite de incapacidad del IMSS que no logré hacer a tiempo por un malentendido. Tuve que ir 4 veces con estas molestias que en las idas se volvían más intensas. Tenía que planear la salida justo cuando mi bebé acababa de comer para poder irme y regresar antes de que quisiera volver a comer, pero llegas al Seguro y siempre hay un papel que te falta, nunca pude llamar a hacer cita porque no me contestaban…en fin. Recuerdo que una de las veces estaba a punto de que me atendieran y ya le tocaba comer a mi bebé y tuve que pedirle a mi mamá que le diera formula. Yo estaba dando LME y empecé a llorar ahí en el IMSS del estrés, coraje y supongo, las hormonas. 

Las famosas hemorroides. En mi caso yo esperaba sentirme bien para este entonces. Había tomado todas las precauciones que tomé en el primer post parto y más. Tomé un laxante leve desde el día uno para que las famosas “amigas” del post parto no me visitaran como en el primero. Empecé a tener muchas molestias que yo adjudicaba a las “amigas” pero en mi visita de la cuarentena descubrí que no era solo eso si no que tenía algo en la episiotomía. De verdad, exploté, pensaba ¿es en serio que todo lo debe cargar la mujer? ¿Por qué no visitan las “amigas” a mi esposo? Ya me quería sentir bien para poder estar bien para mis hijos. Tuve que tomar antibiótico, cambiar mi dieta, era muy molesto levantarme en las noches cuando tenía que lactar, sentarme era una tortura y pasaba mucho tiempo sentada dándole de comer a mi bebé. 

Lactancia. Te haces un ultrasonido y resulta que el riesgo de la mastitis no ha desaparecido por completo, hay que tomar otro medicamento y si no te curas te dicen que probablemente tengas que suspender la lactancia y una parte de ti dice “no, quiero darle más tiempo” y otra dice “ya que me la suspendan”. 

SEMANA SEIS Y EN ADELANTE
El cuerpo. Ya te empiezas a sentir mejor y eso es un aliviane, aunque empiezan otras preocupaciones. Estas esperando que la lactancia empiece a hacer su trabajo y empieces a bajar de peso. La pancita no remite y se necesita hacer ejercicio, y aunque yo si quiero hacer, se me complica encontrar el tiempo. Te untas de todo, la pócima ancestral, la crema para las estrías, la lanolina. Me recomendaron ejercicios hipopresivos y aunque sigo queriendo hacerlos no los he hecho. Lo que sí o sí hay que hacer, es un ejercicio de agradecer al cuerpo por el milagro de la vida, por lo que es capaz de hacer, pero a veces te ves en el espejo y no sabes qué pensar. 

Alguien alguna vez me dijo, el cuerpo se tardó 9 meses en formar a tu bebé, dale mínimo 9 meses para regresar. 

El VoBo. Tu doctor o doctora te revisa y te da el visto bueno para hacer ejercicio, tener relaciones y regresar a tu vida normal, pero en realidad ¿estás lista? En realidad, ¿tienes tiempo y ánimo? Eso es otra cosa…

DOCE SEMANAS
Regreso a trabajar. Llega el momento y te sientes todo menos lista. No quieres separarte de tu bebé, pero luego lo piensas bien y dices si quiero tantito, pero en el fondo no. Te entran una mezcla de emociones raras y sientes que no tienes cabeza para pensar en el trabajo, porque tu cabeza está ocupadísima con los horarios que apenas vas medio haciendo, tomas de tu bebé y el estrés que viene a veces con eso; pendientes de la casa, pendientes del bebé, citas del pediatra, poco descanso, tu otro hijo, tu relación de pareja y tratar de cuidarte a ti. Esta crisis en mi caso pasó rápido, sufrí más de lo que me costó a la mera hora regresar gracias al home office. 

Lactancia. Nunca he entendido por qué el regreso a trabajar es justo cuando el bebé atraviesa la crisis de lactancia. Creo que eso no ayuda en nada, porque se pone en riesgo la lactancia ya que no es compatible con tus responsabilidades y encima necesitas que el bebé coma rápido y es cuando más empiezan a distraerse. Pero después de esta crisis todo se vuelve más sencillo.

VEINTIOCHO SEMANAS
Volteas atrás y piensas “claro que lo volvería a vivir”. 

Todo. La felicidad y el amor que te trae todo esto es mil veces mayor a lo que pude haber vivido en 12-16 semanas.

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