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Mi embarazo en el extranjero

Por Mónica Rubio

Llevo poco tiempo viviendo en Estados Unidos y hace algunos meses tuve la grandiosa noticia de que mi esposo y yo nos íbamos a convertir en papás a inicios del próximo año. Uno de los aspectos que más me ha costado de este embarazo, aparte de todas las sorpresas incluidas por ser la primera ocasión, es estar viviendo fuera de México.

Antes de continuar, es importante aclarar que mi experiencia no representa la realidad de muchas otras mujeres embarazadas que viven fuera de México y que inclusive para muchas la situación pudo haber sido completamente inversa. Solamente quiero aprovechar este espacio para compartir lo que yo he aprendido y que alguien que esté pasando por algo similar a mi pueda sentirse acompañada.

Admito que inicialmente tenía la expectativa de que la experiencia podría ser mejor que en México por la diferencia de la tecnología y avances médicos de ambos países. Finalmente, cuántas mujeres mexicanas y de otros países viajan a Estados Unidos solamente para tener a sus bebés.

Sin embargo, después de seis meses de embarazo en este país, concluyo que se tratan de dos cosas muy diferentes. Una es el seguimiento de un embarazo durante nueve meses y otro muy diferente es el momento de tener el parto. Y aunque viajar desde fuera para tener a sus bebés en Estados Unidos tiene sus propios retos y enseñanzas, solamente se está viviendo la segunda experiencia.

En mi caso, sin aún haber llegado al nacimiento de mi bebe, estos meses de embarazo en este país me han enseñado mucho. Definitivamente no es la experiencia que me esperaba. No significa que esté mal, solamente que la expectativa creada en mi mente estaba basada en anécdotas de embarazos de gente cercana a mi, bajo circunstancias más familiares a lo que yo conocía. Y como cualquier situación nueva, con curva de aprendizaje y llena de tropiezos, esta me costó y no me quedó de otra más que adaptarme.

Empezando desde el momento en el que supe que estaba embarazada y quise verificarlo con una prueba de sangre para estar completamente segura, me tope con que no era una práctica muy común. De hecho, el consultorio del ginecólogo que había elegido no me daba cita hasta que se cumplieran ocho semanas de embarazo. Por las razones correctas o incorrectas que haya detrás de una política así, no me quedó más que informarme por mi cuenta de los cuidados y suplementos que tenía que tener para esas primeras semanas. En retrospecto, fueron cosas muy obvias y fáciles de encontrar, pero siendo mi primera vez tenía tanto miedo de regarla y lo único que buscaba era que el doctor me dijera que hacer y qué no hacer.

Una de las diferencias más importantes que viví en ambos sistemas médicos es la atención personalizada de los doctores. De estar acostumbrada a comunicarme a cualquier hora del día por whatsapp con mi ginecóloga en Monterrey, pasé a mandar mails a través de una app médica que es respondida por el personal de la oficina de mi ginecólogo. Lo mismo sucede en las consultas presenciales. Mientras en México tienes la atención completa del doctor durante la gran mayoría de la cita, en Estados Unidos el doctor se apoya con su equipo para gran parte de la consulta y está presente para concluir o revisar los exámenes.

Otro gran tema, difícil de entender para mí personalmente fue el seguro médico. Estados Unidos se rige por seguros médicos y básicamente la compañía de seguros que tengas te limita o da acceso a doctores, hospitales, tratamientos, etc. Por ejemplo, en mi primer trimestre me ofrecían y sugerían hacerle una prueba genética a la bebe para conocer si ella presentaba alguna condición atípica. Al yo tener menos de 35 años, y este tipo de condición presentarse mayormente en personas arriba de esta edad, la prueba no era incluida con el seguro y debía ser pagada por aparte. Al acceder a la prueba me dieron un estimado del costo pero el verdadero total, que fue más de $500 dólares no lo recibí hasta semanas después de que me la había realizado. Aunque el monto puede ser muy sujeto a la perspectiva de cada quien, indiscutiblemente el hecho de la confusión durante todo tu proceso de embarazo de que si está incluido, y que no es lo que vuelve más tedioso el tema de las visitas y pruebas médicas.

En comparación con el sistema médico privado de México, los seguros juegan un papel menos importante ya que los doctores y laboratorios tienen más flexibilidad y tienes la opción de poder cotizar con diferentes lugares para comparar precios y tiempos y ajustarse a lo que más te convenga.

Al final algo que me sirvió mucho fue rodearme de mujeres que estaban pasando o habían pasado por esta misma situación en el extranjero, y especialmente en la zona de Nueva York donde vivo para resolver mis dudas y preocupaciones. De hecho así, muchas de estas mujeres habían tenido situaciones similares y los tips eran justamente para evitar que a otras les pasará lo mismo. Muchas recomendaciones eran de ginecólogos y pediatras mexicanos o doctores que simplemente ofrecían un poco más de atención.

Creo que la clave para poder conllevar las experiencias que no cumplen nuestras expectativas es la adaptación. Mi recomendación para alguien que esté pasando por una situación similar es aprender lo más que puedas de las experiencias de otras personas similares a la que te está tocando vivir, soltar expectativas y adaptarse a la realidad con una buena actitud para así poder disfrutar de algo tan hermoso como tu primer embarazo.
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